sábado, 9 de abril de 2011

Sueños a ras de suelo.


Cuando un sueño termina es difícil aceptar su final, dejarlo marchar, seguir adelante, olvidar. Tenerlo mantiene viva una ilusión y una esperanza que alimentan las ganas de vivir, y el hecho de abandonarlo supone dejar también esa bonita sensación que significa un plus de energía útil para cada amanecer. Es por ello por lo que a menudo nos torturamos con metas inalcanzables, engañando a nuestro subconsciente para fabricar involuntariamente esos pequeños impulsos de alegría. Sin embargo, continuar arrastrando un sueño eterno, sin sentido ni destino concreto, tampoco es el mejor camino para alcanzar la felicidad. De modo que no sueñes nada imposible, crea realidades tangibles y no hagas volar tu imaginación más allá de los límites del cielo. Regresar a la Tierra puede ser más difícil de lo que puedas imaginar.