lunes, 29 de agosto de 2011

Cuatro Elementos



Siento paz en tu cuerpo
y siento el viento por ti.
Y vuelo hacia tus besos...
te quiero siempre aquí.

No puedes decir que no,
no puedes decir jamás,
no debes pedir perdón,
tan solo te quiero más. 

Dolor que no puedo ver
ni siento cuando te vas.
No puedes decirme adiós,
te llevo en mi caminar.
Gritando que no me ves,
rezando porque tú vuelvas otra vez...

Duermo en ti y en tu fuego.
Muero al fin en tu mar.
Mi aire son ya tus versos.
Mi tierra es tu despertar.

No puedes decir que no,
no puedes decir jamás,
no debes pedir perdón,
tan solo te quiero más. 

Dolor que no puedo ver
ni siento cuando te vas.
No puedes decirme adiós,
te llevo en mi caminar.
Gritando que no me ves,
rezando porque tú vuelvas otra vez...

Tu voz es lo que me das,
es dulce canción de amor
que nunca podré cantar.

Dolor que no quiero ver,
dolor que nunca se va.
No puedo decirle adiós, 
ni quiero decir jamás.

Tumbado al amanecer,
llorando porque tú vuelvas otra vez.

No puedes decir que no, 
te llevo en mi caminar.
Rezando porque tú vuelvas... otra vez.



martes, 23 de agosto de 2011

Para tener en cuenta..

Hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás: las palabras, el tiempo y las oportunidades.



martes, 16 de agosto de 2011

Ella.

Y de repente se ve así, sola. Rodeada de un mundo que gira del mismo modo que lo ha hecho siempre. Pero esta vez ella no está a bordo. Hace tiempo que dejó de estarlo. Ya no sabe sentir ilusión por nada. Por todo. Los días se confunden con las noches y ni siquiera la luz del Sol o el brillo de la Luna son suficientes para arrebatarla esa pesadumbre, para hacerla vivir de nuevo.

En cualquier caso, le consuela saber que hay un mañana. Quizás momentos mejores. Sí, dicen que al final todo pasa, que todo llega y que solo es cuestión de tiempo. Sin embargo, tras afirmarse esto, al instante sabe que no es del todo cierto. Si no se disfruta del presente difícilmente se puede esperar con ánimo el futuro. Aunque tal vez en esta ocasión esperar sí sea la solución que ella necesita. Esperar un nuevo día, un nuevo amanecer. Esperar nuevas emociones, nuevos horizontes y por qué no, también una nueva vida. Y mientras tanto, probar a sentir. A vivir. Al fin y al cabo eso tampoco puede ser tan difícil.

lunes, 8 de agosto de 2011

Y siempre sale el sol.

"No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante, y lo mejor siempre espera... adelante".


martes, 2 de agosto de 2011

Vacaciones.


Verano. Tiempo de vacaciones, tiempo de olvidar y por qué no, también de reinventar. Se busca cambiar de aires, escapar de la rutina. A menudo queremos ambientes radicalmente opuestos a los que estamos acostumbrados a vivir, deseamos nuevas motivaciones para un espíritu quizás algo desgastado de lo mismo de siempre.
Sol, playa, mar. O tal vez frío, montaña, nieve. A gusto del viajero, aunque acorde también con los gustos de los acompañantes. En cualquier caso, desconectamos. Intentamos borrar el disco duro. Flotamos en una nube nueva y distinta, una nube que nos transporta a esas sensaciones de paz que durante todo el año anhelamos.
Así pasan los días, en esa novedad vacacional que al final también termina por convertirse en rutina. Es entonces cuando, inexplicablemente, incluso añoramos nuestro hogar. Qué locura, ni siquiera podemos entender a nuestra propia conciencia. La extraña contradicción de añorar aquello de lo que se huía. Y es que por mucho que busquemos paraísos más allá de nuestra calle, al fin y al cabo como en casa... en ningún sitio.