miércoles, 19 de marzo de 2014

Sueña, es gratis.

Desde hace un tiempo que nada es igual. Los sueños van y vienen, y vienen y van. Se desvanecen y se vuelven a fabricar. Se desintegran, se pierden, se evaporan... para luego regresar, regresar más vivos que nunca. Se adentran en la oscuridad para luego resurgir y volver a brillar. Y entre todo eso, yo. Yo que a veces no sé ni donde meterme, dependo de mis sueños. Ellos me manejan a su antojo. Me elevan hasta llevarme a las nubes y también me hunden bajo tierra. Ojalá pudiera decir "no, yo no quiero soñar esto". O "este sueño no me conviene, es muy difícil, lo voy a olvidar". Já. Como si fuera tan fácil... 

Esos que dicen que no hay que perder el tiempo en imposibles, que no hay que gastar la vida persiguiendo un sueño, que hay que tener los pies en la tierra... esos no tienen ni idea. O quizás es que no tienen buenos sueños por los que luchar. Que sí, que también tienen parte de razón. Es verdad que a veces soñar de más es malo, y que a veces los sueños se pueden convertir en pesadillas. Pero si no soñamos, ¿qué nos queda? Poco menos que nada. Porque a veces un solo sueño, por muy absurdo que parezca, o por muy difícil que se antoje, puede ser tu inspiración. Tu motivo para continuar. Tus ganas de seguir adelante. Tu luz, tu fuego. Pero sobre todo, se nos olvida lo más importante: ¿y si el sueño se hace realidad? Ah, amigo mío... solo si sigues soñando podrás descubrir el genial misterio que hay detrás de un sueño hecho realidad.