domingo, 26 de julio de 2015

Breve guía de emociones.


 
Si me haces daño no solo me quedará una cicatriz, sino que me romperé. 
Si me fallas no solo me decepcionaré, sino que ya nunca volveré a confiar en ti.
Pero si me quieres no solo me harás feliz, sino que además te querré todavía más. 
Y si me recuerdas no solo te lo agradeceré, sino que a cambio yo nunca te olvidaré.

K.

sábado, 11 de julio de 2015

Escribo, luego existo.

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Realmente no estaba entre mis planes retomar este blog. Pero lo cierto es que si no lo cerré del todo fue porque en el fondo yo sabía que volvería, que mis palabras por estos lares todavía no habían llegado a su final. Y hoy la vida me ha traído de nuevo hasta aquí. Y digo la vida porque no se me ocurre otra palabra más inmensa y acertada para definir las circunstancias que han devuelto a mi espíritu la necesidad de escribir, otra vez.

Normalmente, cuanto más complicado de expresar es un sentimiento, más se consume el alma de la persona que se encuentra presa del mismo. Como no logramos encontrar las palabras adecuadas para definirlo, los demás no nos entienden y nos hacen dudar de la veracidad de nuestras emociones. Nos perdemos en nuestras propias divagaciones y distorsionamos el eco del corazón, que ajeno a ese vendaval de dudas ha seguido emitiendo sus mensajes con toda su intensidad. De modo que a pesar de la incomprensión, seguimos atados a los mismos sentimientos y encima estos se presentan con más fuerza que nunca. Peor imposible.

Por suerte, existen una serie de vías de escape que nos ayudan a canalizar esa avalancha de emociones no expresadas. Cada persona encuentra la suya propia, y cuando la encuentra logra por fin liberarse de las cadenas que mantenían retenida a su imaginación. En mi caso debo decir que esa vía siempre ha sido y será la escritura. Cuando me siento frente a la pluma o frente al teclado, algo en mí cambia. Es como si me transformara en todo aquello que tengo miedo de ser, en todo aquello que me gustaría vivir, en todas las personas a las que he amado o en todas esas palabras que debería haber dicho pero que en cambio se perdieron en el tiempo. Cuando escribo siento que puedo volar. Los problemas parecen menores porque de repente todo lo que siento, todo aquello que para otros a lo mejor sonaba ridículo, aparece por fin transparente frente a mis propios ojos. Cristalino como el agua. Irrefutable.

Los motivos que me han llevado a reencontrarme con la escritura son amplios. Quizás comente algunos de ellos más adelante. Hoy solo diré que he vuelto porque necesito reconciliarme con la parte perdida de mi ser. Porque me arrebataron trozos de mi alma que parecían irrecuperables, hasta que recordé que solo de esta forma sería capaz de traerlos de vuelta. Muchas veces escribimos para ser leídos, pero en este caso yo escribo para encontrar la paz. Escribo para volver a nacer.