miércoles, 28 de diciembre de 2016

¿Y si...?


'¿Y si...?' ¿No te parece una pregunta molesta? ¿No te parece una pregunta que no debería existir? Es quizás uno de los peores interrogantes que el ser humano es capaz de hacerse a sí mismo. Expresa duda, incertidumbre, (im)posibilidad y temor. Expresa todo aquello que pudo haber sido pero no fue. O todo aquello que podría ser pero no nos atrevemos a que sea. 

¿Y si no me quiere?
¿Y si me arriesgo?
¿Y si me equivoco?
¿Y si pierdo?
¿Y si gano?
¿Y si es mentira?
¿Y si hago el ridículo?
¿Y si le hubiera dicho lo que pensaba?
¿Y si se enfada?
¿Y si no vale la pena?
¿Y si hubiera ido?
¿Y si hubiera venido?

Y así podríamos seguir hasta infinito. Porque por lo general, el ser humano es un ser cobarde. Nos da miedo cambiar nuestra situación de estabilidad, aunque quizás esta no sea la que más nos guste. Por eso nos llenamos la cabeza con imaginaciones que podrían haber sido historias magníficas, pero que en cambio se quedaron solo en esos patéticos y ridículos '¿y si...?'. 

Sin embargo, todo puede cambiar si nos lo proponemos. No hay que seguir esperando, ni tampoco debemos desesperar. Mientras estemos vivos nunca es tarde para convertir todos esos '¿y si..?' en apasionantes y definitivos síes o noes. 

Sí, me quiere.
No, me equivoqué.
No, fallé.
Sí, gané. 
Sí, al final fui aunque no me divertí.
No, no vino porque no quiso. 
Sí, se enfadó, ya se le pasará. 
Sí, al final valió la pena.

Con los aciertos se adquiere confianza y con los errores se aprende. Con los fracasos se pasa página y se construyen nuevos triunfos, pero con las dudas no se obtiene absolutamente nada. Así que aunque nos equivoquemos, siempre será mejor arriesgar y fallar que vivir con la duda para siempre... porque no hay peor sensación que vivir con la incertidumbre del ¿y si...? grabada eternamente en nuestro corazón. 

K.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Destino.


El destino existe. Si bien es cierto que también existen muchísimas cosas que dependen de nosotros mismos, no podemos negar que hay muchas otras que se escapan de nuestro control. No las elegimos. Quizás sí podemos cambiar la actitud con la que las recibimos, pero muchas veces no las podemos evitar. La vida es una mezcla entre las decisiones que tomamos y los acontecimientos ajenos a nuestro ser que nos van ocurriendo. La clave está en intentar crear la mejor realidad a partir de lo que nos va dando el destino.

Por eso no podemos frustrarnos si las cosas no salen como deberían, porque no siempre depende de nosotros. Mientras tengamos la certeza de que hemos hecho todo lo posible para intentar que todo fluyera de la mejor forma, lo demás no debe preocuparnos. Mientras sepamos que pusimos todo de nuestra parte, nuestra conciencia debe quedar tranquila. El resto es solo cosa del azar, o del destino, o de la casualidad, o de la suerte... como ustedes prefieran llamarlo. A partir de ahí, lo que tenga que ser, será. Y lo que no tenga que ser, nunca será. Por mucho que nos empeñemos en lo contrario. 


K.