Dicen que cuando estás enamorado no importan las despedidas,
ni el tiempo que pase, ni lo que ocurra entre medio; no importa que te jure que
se acabó o que te mande al infierno, ni siquiera importa si ha conocido a otra
persona. Cuando el sentimiento es verdadero, siempre encuentras la manera de
mantener viva la esperanza. Es algo inconsciente y muchas veces en contra de
nuestra voluntad. Ves señales por todas partes. Señales que te llevan a esa
persona, a ese lugar, señales que imaginas, o no, quizás son reales. Quizás
exista esa energía común que hace y deshace cuando menos lo esperas y más lo
necesitas. Y quizás, también, pase que ya no vuelva nunca más, pero tú, tú te
empeñas en seguir esperando.
Este escrito va por esas personas que lo dejarían todo, si
él, si ella, les dijera: ven; por las que se beben de un trago canciones
melancólicas sin dudar, mientras caminan por la calle recordando lo que fue,
imaginándose lo que podría ser; por esas personas cuyo destino no depende de
ellas, sino de una llamada desesperada, de un encuentro fortuito y tantas veces
soñado; por las que viven a la espera de un regreso necesitado, que llega con
retraso; por esas personas que se han olvidado de lo más importante: el amor
propio.
El desamor es traicionero y todo nuestro alrededor está
metido en el ajo. Novelas de amores heroicos, canciones nostálgicas, películas
soñadoras… nos empapan de historias, canciones y sentimientos en los que hay
amores que matan, y los que no, nos rescatan, convirtiéndonos en títeres de la
espera, la frustración y la desolación. Y es que en el fondo, necesitamos creer
que sí, que el amor está por encima de todo, que es capaz de dejarnos sin aire
y que cuando se acaba, tú, yo, nosotros, dejamos de ser. Pero la realidad es
que nadie, absolutamente nadie, muere de amor.
Es cierto. No te engaño. No existen amores que maten, ni
amores que nos rescaten, no existen porque el único amor capaz de hundirte o
salvarte es el de uno mismo. La buena noticia es que, como es tuyo, tú decides
qué hacer con él. Hay decisiones que nos acompañan toda la vida y por eso,
elige tú, no vivas esperando a que te elijan. No busques a quien no hace nada
por encontrarte, no sigas apostando por quien no apostó por ti, pero sobre
todo, no quieras morir por quien quiere y puede vivir sin ti.
Este escrito va por ti. Tú que de tanto pensar en él te has
olvidado de ti. Tú que subastas tu amor al menor postor, sin miramientos, ni
condiciones. Todavía tienes una opción: quiérete. Quiérete a ti más que a
nadie. Conócete y deja de preocuparte por los que no se dejaron conocer. Y,
apuesta por el amor más leal de todos los amores. Todavía tienes esta opción.
La opción de optar por ti.
“Porque sin ti, sin ti lo soy todo”
Por: Bárbara Esteban