jueves, 15 de diciembre de 2011

El sabor de lo imposible.


Existe una famosa frase que dice lo siguiente: "Lo fácil aburre, lo difícil atrae, lo complicado seduce y lo imposible enamora". Y nada más cercano a la realidad. Acostumbrados a vivir en un mundo de rutinas, de repetición, de desgaste y de monotonía, nuestra mente busca inconscientemente liberarse de todo y alcanzar, por así decirlo, un nivel especial, fuera de lo común. Busca escapar, romper con las reglas, cambiar. Acude para ello a la creación de metas arriesgadas, trepidantes, metas de niveles elevados y perfectos que a menudo se tornan lejanos, difíciles. Sus grandes e idealizadas características suelen ser demasiado superiores a los medios de los que disponemos para llegar a ellas. Y es esa complicación la que termina por convertir a las emocionantes fantasías en sueños imposibles.

Estos sueños imposibles, también llamados utopías, forman parte de muchas más vidas de las que nos podemos imaginar. El problema radica en que las únicas utopías de las que tenemos constancia son las nuestras, aquellas que nos afectan directamente. Pensamos entonces que somos los únicos de este mundo con mala suerte, los únicos a los que nada les sale bien, los únicos incomprendidos por tener sueños a priori absurdos o irreales. Pero una vez más, no estamos en lo cierto. En realidad, ocurre al contrario. Casi absolutamente todo el mundo posee una meta a la que le gustaría llegar. Lo que ocurre es que al catalogar estos objetivos como irrealizables, ni siquiera nos molestamos en contarlas a los demás, por lo que aparentemente, no los tenemos. Y esto, a la larga, puede resultar perjudicial.

Es pues importante compartir nuestras inquietudes, sueños e ilusiones con aquellos que nos rodean. Al comunicarnos podemos escuchar otros puntos de vista que nos ayuden a ver todo de una forma distinta. En el mejor de los casos, incluso nos pueden aportar posibles caminos para avanzar hacia nuestra ilusión, caminos que tal vez no se nos hubieran ocurrido partiendo solamente desde nuestro interior. Por otro lado, si nuestros sueños no se vieran realizados, el apoyo de alguien cercano podría ayudarnos a aliviar nuestro dolor y hacer un poco más llevadera le pena o decepción.

Así que ya sabes, lucha por lo que quieres, tenlo siempre presente y busca también el consejo de los demás. No consideres algo imposible sin antes haberlo intentado. Y recuerda: las oportunidades no hay que esperarlas, sino crearlas.

K.