jueves, 17 de octubre de 2019

Marea


Pocas veces es posible llegar a sentirse así. Cuando ocurre lo sabes, porque entonces entiendes que nada de lo que has sentido hasta ahora se parece a esta nueva sensación abrumadora. Nada se parece a esto. Es como si todo lo vivido anteriormente no tuviera sentido. Como si una luz cegadora iluminara toda tu oscuridad de repente, sin avisar. Como si apareciera un nuevo amanecer en tu interior, como si una marea arrasadora te invadiera de los pies a la cabeza, dejándote sin posibilidad de escapar. Pero en el fondo tampoco quieres escapar, porque lo que de verdad te encantaría es quedarte a vivir en esas aguas turbulentas toda la vida. Te das cuenta de que poder sentirte así es uno de los motivos por los que merece la pena haber venido a este mundo.

Sin embargo, el problema de vivir emociones de este calibre es su temporalidad, pues cuando aparecen sabes que la peor parte será cuando lleguen a su fin, cuando se marchen y no te quede nada más que su recuerdo. Un recuerdo que te embarga de sentimientos contradictorios cada vez que vuelve, trayendo paz y tempestad a partes iguales. Paz porque traerlo de vuelta a tu memoria te transporta de nuevo a ese mundo mágico. Tempestad porque el hecho de que ya solo sea un recuerdo te lleva por el camino de los infiernos, pues no es lo mismo evocar un sentimiento que vivirlo en carne propia. Así que lo único que tienes claro de toda esta tormenta, es que quieres volverla a vivir.

Es ahí cuando empieza el viaje de tu vida: el viaje para volver a encontrar esa luz. El viaje para intentar encontrar otra vez esa chispa celestial. Un viaje que empiezas sin saber cuándo llega al final, pero con la certeza de conocer cuál es el objetivo: volver a sentirte así. Porque aunque el sentimiento ya no exista, aunque se haya ido sin saber si volverá, por lo menos te ha dejado algo muy importante: la posibilidad de saber cómo se siente tocar el cielo con la punta de los dedos. La suerte de saber cuál es el máximo nivel de felicidad que puede llegar a sentir tu corazón. Y saber que de ahora en adelante, ya no te podrás conformar con menos.
                                                                             K.