viernes, 11 de diciembre de 2015

Lágrimas.

                                                  
La lágrima es la expresión externa de la rotura de una parte de nuestro ser. Nos podemos romper de muchas maneras, pero siempre terminaremos derramando nuestro dolor de la misma forma. Podemos hacernos daño físicamente y como consecuencia llorar, en cuyo caso el llanto supone un mecanismo reflejo originado por nuestro sistema nervioso. Este tipo de llanto sea quizás el más habitual y el que más aceptación social produce, pues se entiende como una reacción fisiológica imposible de evitar. 
Sin embargo, existen también otro tipo de lágrimas: aquellas que derramamos a causa de una fuerte carga emocional. Así, llorar se convierte en la única forma que tiene el ser humano para descargarse cuando se ve desbordado por un sentimiento. Liberarnos de nuestra carga interior en forma de lágrimas puede ser muchas veces la única vía para intentar erradicar nuestros sufrimientos. Puede ser la única forma de desahogarnos ante situaciones que se nos escapan de las manos, la única forma de salir de una cueva que a veces no parece tener final. Lloramos, y pareciera que al hacerlo le damos sentido a esa sensación de angustia que nos acompaña. Le damos sentido a pensamientos que de lo contrario se quedan arrinconados en lo más profundo de nuestro alma. Lloramos, y entonces pareciera que con cada gota que derramamos una pequeña parte de nuestra pena se desvanece. Lloramos, y con nuestro llanto intentamos olvidar la causa de nuestro dolor. Y aunque por ello nuestros problemas no van a desaparecer, quizás sí consigue hacerlos más livianos. Quizás no nos ayude a encontrar soluciones, pero sí nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos.
Por eso cuando sea necesario, cuando nos haga falta, es bueno derramar alguna lágrima. Llorar sin miedo. No hay nada malo en ello. No debemos tener vergüenza, no debemos sentirnos mal ni permitir que otros nos hagan sentir mal por llorar. "No llores, no pasa nada malo, no te pongas así". Pues no. Voy a llorar. Lloro porque quiero, porque no me quieren, porque no me dejan querer o porque no puedo querer. Lloro porque pierdo, porque no gano todo lo que quiero, porque me canso de perder lo que quiero y ganar lo que no quiero. Lloro porque me canso de cansarme, y porque me canso de que me digan que no me debo cansar siempre de lo mismo. Sí, lloro porque puedo y porque ya no puedo más. Y es que algo en mí muere al llorar, para luego dejar paso a nuevos y renovados sentimientos. Las lágrimas calman, purifican y revitalizan.
Lo primero que hacemos al venir a este mundo es llorar, y quizás por eso llorar es otra forma de volver a nacer.
K.

No hay comentarios:

Publicar un comentario