lunes, 16 de mayo de 2016

Vida.

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo. 
Después de nada, o después de todo,
supe que todo no era más que nada. 

Grito "¡Todo!", y el eco dice "¡Nada!".
Grito "¡Nada!", y el eco dice "¡Todo!".
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada
(era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada). 

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.



José Hierro

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